Después de tres temporadas en Londres, Poppy sigue sin haber conseguido una propuesta de matrimonio. Sin embargo, espera pronto cambiar esa situación al formalizar su compromiso con Michael Bayning, que al ser el único hijo varón de un vizconde, primero debe obtener el permiso de su padre. No obstante, todo cambia cuando Poppy conoce a Harry Rutledge, el dueño del hotel donde se hospedan, que quedará prendado de ella y no cejará hasta conseguirla.

Una de las características que tienen este tipo de historias es que tienden a ser predecibles, si bien, lo más importante suele ser cómo se desarrollan y, en esta tercera entrega, la autora cambia de estrategia, presentándonos un arquetipo diferente: la inmoralidad versus la virtud. Puesto que, debido a ciertas maquinaciones del protagonista masculino, nuestros protagonistas terminan casados. Y eso será lo que, al principio, alterará la paz entre ellos y lo volverá un constante tira y afloja. Con todo, a lo largo de la novela, veremos crecer los sentimientos entre ellos y seremos participes de ese autodescubrimiento.

Asimismo, y como ya es costumbre en los libros de esta autora, volvemos a tener una historia secundaria y descubrimos más del pasado de Catherine -la institutriz de la familia- y qué relación guarda con Harry, además de tener la oportunidad de conocer al personal del hotel, que ha sido escenario de varias escenas a lo largo de la serie y que ha pasado bastante desapercibido. Como siempre, es imposible no contar con los miembros de la familia Hathaway que tanto queremos y divertirnos con todas y cada una de sus intervenciones.

¿Puntos malos? Llega un momento en que la tensión no parece llegar a su fin y la historia se vuelve monótona, por suerte, se compensa en los capítulos finales que cuentan con bastante acción. Entre otras cosas, es el único libro de la serie que tiene un final abierto y nos dice quienes serán nuestros dos siguientes protagonistas. Ya en general, diría que me ha dejado satisfecha y con ese final, inmediatamente quise agarrar el siguiente.

«Te quiero tanto que mi amor llenaría habitaciones enteras. Edificios. Estarás rodeada por él dondequiera que vayas, lo sentirás envolviéndote, lo respirarás e inundará tus pulmones, y tu boca, lo palparás con tus manos...»