Como hijo de una superestrella de Hollywood… Derek Edwards es algo así como el rey del instituto. Como hija de la nueva directora… Elise Benton no es la recién llegada más popular de la escuela.

Cuando el mejor amigo de Derek empieza a salir con la guapa hermana de Elise, ella acaba pasando mucho tiempo con el chico más estirado y popular de la escuela, convirtiéndose en la envidia de todas las chicas. Sin embargo, Elise no aprecia el frío y distante carisma de Derek y se siente muy a gusto con su enemigo, el incomprendido Webster Grant.
La familia de Elise decide mudarse a Los Ángeles cuando a sus padres, el señor y la señora Benton, les ofrecen trabajo en una escuela privada, cuya matrícula consiste en alumnos de cierta posición social e hijos de famosos, a la cual, se les permitirá asistir a sus hermanas y a ella. Estando ahí, su hermana Juliana conoce a Chase Baldwin y ella se ve obligada a pasar tiempo con Derek Edwards, el mejor amigo de Chase y el chico más popular de la escuela, que no le caerá nada bien debido a sus actitudes estiradas y arrogantes.

Orgullo y Prejuicio es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos, así que, cuando vi esta novela quise darle una oportunidad. Sin embargo, también estaba consciente que mi listón estaba muy alto y que sería muy difícil convencerme, por lo que, en cierta forma, no me sorprende el resultado.

La historia mantiene la línea argumental y recrea conflictos similares a la novela original. No obstante, no pude conectar con ninguno de los personajes y había momentos en que sus actitudes me parecían demasiado infantiles.

Asimismo, muchas ideas de los padres de Elise carecían de sentido. De verdad, no me explico como todas tenían teléfono móvil, pero no se les permitía usarlo dentro de la casa. Por no hablar de las normas sobre la televisión, la ropa, la computadora, etc. Creo que lo peor es cuando la autora agrega un tema sumamente grave que nunca se resuelve y sólo se utiliza para que los protagonistas terminen juntos.

Pasando a los aspectos positivos diré que no creo que libro sea malo, incluso, pienso que de haberlo leído hace seis años hubiera sido una experiencia completamente distinta. Le reconozco que supo adaptar, en la medida de lo posible, una de las obras más reconocidas de los últimos cien años. Además que es una lectura ligera, amena y divertida a la que supo imprimirle su propio estilo.

«Éramos una isla diminuta en un mar de gente que no importaba, que no significaba nada, que era tan estúpida e ignorante, y estaba tan metida en su aburrida vida, que ni siquiera se percataba del sobrecogedor y trascendental acontecimiento que tenía lugar allí mismo, en la fila ele, entre los asientos 102 y 104. Derek Edwards me daba la mano».