Este volumen reúne dos piezas de Jane Austen no publicadas durante su vida, Lady Susan y Los Watson, que no sólo confirman sus cualidades como novelista, sino que constituyen una lectura deliciosa por derecho propio.

Lady Susan fue escrita entre 1793 y 1794. El argumento de esta obra debe mucho a la moral y a las convenciones del siglo XVIII: Lady Susan, una viuda inteligente y bella, pero con pocos escrúpulos, está decidida a que su hija se case con un hombre al que detesta. Los Watson es un fragmento de novela de gran interés, una chica pobre es cortejada por un hombre noble y rico, pero ella prefiere a otro.
Después de su fatídica instancia con los Manwaring, Lady Susan decide ir a visitar a su cuñado, el Señor Vernon, en Churchill. Dicha situación no le agrada demasiado a su cuñada que recuerda las triquiñuelas que utilizó para tratar de impedir su matrimonio seis años atrás. Asimismo, teme las consecuencias de esa visita, ya que conoce la reputación de la dama y sabe el peligro que corre su hermano si frecuenta su compañía.

Narrada de forma epistolar, Lady Susan es la única novela de Jane Austen protagonizada por una anti-heroína, puesto que, desde el principio, se nos presenta como una joven viuda inteligente y dotada de belleza natural cuyo mayor pasatiempo consiste en coquetear con hombres aristócratas sin perder (aparentemente) su respetabilidad ante la sociedad. Además, sabe manipular a los que la rodean y no siente el menor escrúpulo en utilizar sus encantos con tal de alcanzar un fin, por lo que también representa una crítica hacia la doble moral que regía en aquella época.

Entre otras cosas, la autora hace un excelente uso de la narrativa al lograr plasmar en cartas de corta extensión la postura de los personajes y los cambios que van sufriendo conforme avanza la historia, dándoles fondo y forma y no un mero papel de intermediario. De igual manera, destaco la sátira que se palpa en la novela siendo más sarcástica y directa que nunca. Como siempre, el desenlace es muy acorde al estilo de Austen y sigue la línea moralista que aplica al resto de su obra convirtiéndose en uno de mis favoritos de la autora.

«Resulta un placer exquisito dominar un espíritu insolente, hacer que reconozca tu superioridad un individuo predispuesto en contra tuya».