Fanny Price es una niña todavía cuando sus tíos la acogen en su mansión de Mansfield Park, rescatándola de una vida de estrecheces y de necesidades. Allí, ante su mirada amedrentada, desfilará un mundo de ocio y de refinamiento en el que las inocentes diversiones alimentarán maquinaciones y estrategias de seducción. Ese mundo oculta una verdad peligrosa y sólo Fanny, desde su sumiso silencio, será capaz de atisbar sus consecuencias y amenazas. Mansfield Park recrea un orden familiar y social que se deshace y restaura engañosamente a través de los ojos ambiguos de una jovencita a quien se ha asignado la suerte y el destino de una Cenicienta. Publicada en 1814, Mansfield Park es, probablemente, la novela más densa y compleja de la autora, todo un prodígio de arquitectura narrativa y de profundidad psicológica. 
Cuando Fanny tenía diez años fue enviada a vivir con sus tíos: Sir Thomas y Lady Bertram, con la finalidad de brindarle una educación que los escasos ingresos de su familia y la gran cantidad de hijos jamás habrían podido conseguir. Ocho años después, ha crecido en un ambiente que le ha permitido progresar de todas las maneras posibles, pero donde no se le permite olvidar su condición social, salvo por Edmund, quién siempre la ha tratado con bondad y considerado una amiga y confidente.

Antes de empezar la lectura había leído un par de opiniones acerca de esta novela en especial (que era la más densa de la autora, que no era su mejor obra y que la protagonista dejaba mucho que desear, etc) pero mi experiencia ha sido bastante buena aunque reconozco que los puntos anteriores tienen algo de razón. La primera cosa que tengo que decir es que, estamos acostumbrados a que los libros de Jane Austen lleven mayor peso en la trama amorosa que en la historia en sí, criticando a su vez aquellas relaciones que se creaban en garantía al bienestar económico y no por un amor natural. En esta obra no es así, la historia tiene mayor relevancia y la parte romántica (al menos con nuestra protagonista) aparece hacia la mitad de la novela.

En Mansfield Park la vida es tranquila hasta la llegada de los Crawford que vienen a ponerlo todo patas arriba pero, en lugar que Fanny destaque desde el primer instante, es ante quien se desarrolla la acción. Esta fue la parte que me gustó bastante. Disfruté leyendo las interacciones entre los Crawford y los miembros de la familia Bertram. Las distintas aspiraciones de acuerdo a las clases sociales, lo mal visto que estaba en la sociedad coquetear con una persona comprometida y el enorme castigo social de una infidelidad con las diferencias de género. También, que la clase no condiciona los modales ni el dinero hace la buena educación, perfecta.

La parte romántica fue la que me quedó a deber pues durante el transcurso de la novela, Fanny tiene dos intereses amorosos: Uno demasiado moralista y el otro demasiado inmoral que en cierta parte, termina mostrando un lado más dispuesto a cambiar a medida que pasan las páginas. Lo malo, es que ninguno me ha terminado de convencer. Obvio, hay uno que por tres segundos confié en él y luego confirmó que no, que seguía siendo el mismo y no tenía ni una gota de escrúpulos.

El otro, por su parte, tuvo un enamoramiento con otra en plan adolescente, en el que quedó cegado por el amor y luego que se terminó el desengaño, se quedó con nuestra protagonista. Muy aparte que esto último se desarrolla en las últimas páginas de la historia y me hizo sentir que la autora le prestó poca atención al final, que era la parte que más me interesaba saber cómo iba a resolver. Para mí, el único personaje masculino digno de mención es William, el hermano de la protagonista. Bueno, dulce, trabajador y con ganas de superarse, terminó gustándome más que los otros dos.

Aun así, la novela es bastante buena, me gustó ver otra faceta de la autora y los personajes y las situaciones que crea fueron lo mejor del libro pues al terminar, me quedé analizando el por qué de sus acciones. Como protagonista, Fanny es diferente a las otras heroínas austerianas pero hasta cierto punto, la entendía y no juzgaba su carácter. ¿La recomiendo? Sí, pero más como crítica que como historia de amor porque esa parte destaca por encima de todo.

«Todos llevamos en nosotros mismos un mejor guía de lo que pueda serlo otra persona».